Ecos FITI





FITI, Encuentro Internacional Huellas (Cuaderno de bitácora I) por Sebastián Liera

FITI, Encuentro Internacional Huellas (Cuaderno de bitácora II) por Sebastián Liera

FITI, Encuentro Internacional Huellas (Cuaderno de bitácora III) por Sebastián Liera



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La esperanza cruza fronteras
Raúl Cortes Mena*
Hace catorce años, la mexicana Amanda Quezadas y el México-Catalán Ricardo Andrade (C.I.E. El Teatrito) amasaron un sueño: suturar las distancias del continente iberoamericano por medio del teatro. Una especie de internacional teatral que, desde la independencia y la autogestión, reuniese a grupos y compañías que buscasen en el teatro la forma de mitigar soledades y perseguir la belleza que, tan bien, oculta el siglo. Y llamaron a aquella quijotada “Festival Independiente de Teatro Íntimo Encuentro Internacional (FITI)”
Aquel grito en el desierto pronto encontró eco en otros dos grupos, de parejo romanticismo y utopía, radicados en Argentina: El Galpón de las Artes, en Mar del Plata; y La Vorágine, en Tucumán. Los tres trazaron un itinerario en el aire, repleto de promesas y brazos abiertos, que es como se construye la esperanza. Que el camino no ha sido fácil lo atestiguan las muchas cicatrices y algunas heridas aún abiertas. Pero que el movimiento ha sido incontenible y las ganas desbordantes lo demuestra el XIV FITI, que acaba de clausurarse en Buenos Aires, el 24 de abril, después de 15 días de ver y pensar teatro y encuentros.
Este FITI ha exhibido una programación intensa y heterogénea, capaz de reunir a grupos de Argentina (Tucumán, Mar del Plata y Buenos Aires), de México (Mérida y México D.F.) y de España (Trasto Teatro, de Morón Sevilla). En la cartelera destacan dos espectáculos: La fantástica fuga de Asdrúbal Huracán y Estrellita Pocaluz, de El Teatrito; y Cuando la arena cubrió el galpón, de El Galpón de las Artes. Dos conmovedoras propuestas que resignifican el teatro documento. Valientes y poéticos, ambos montajes subliman el dato histórico, el mero acontecimiento, para transformarlos en material sensible, vecino de los sueños y el misterio.
Un lugar no menos destacado merece De carne y trapo, la pieza imperecedera que tan artesanalmente escribió Pablo Gigena y con tanta maestría representa La Vorágine. La sombra de los ausentes, un trabajo inquietante de la compañía Musa Híbrida, cuyo vigor e impacto es indiscutible, en la senda del teatro de imágenes. Y las dos piezas presentadas por Icono Teatral: Prometea y Anverso o la misma carne; en ambas sobresale el trabajo actoral de tres mujeres arrojadas: Silvia Piccioli, esa gran dama del teatro, Carolina Graff y María Paula Compañy. Las tres jugando textos de Gabriel Penner, un poeta extraviado en los oficios de la dramaturgia, para salud del teatro.
Una humilde pero contundente reivindicación del teatro independiente. El permanente recuerdo de que arte y compromiso no solo pueden entenderse, sino que se buscan, se abrazan, se necesitan.
Buenos Aires abril 2016

* Dramaturgo y Director Teatral
Fundador de la compañía andaluza Trasto Teatro.

 

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El Teatrito y su dramaturgia de la generosidad
Memoria difusa y concreta del 11 FITI y el 15 Cruzando Fronteras: AUTONOMÍA 2013, AUTONOMÍA YA, de El Teatrito de Mérida.
Por Santiago Roldós
              Director del Muégano Teatro, miembro de Cruzando Fronteras
Exordio
Durante 21 días, entre el 3 y el 24 de marzo de 2013, El Teatrito de Mérida, con el apoyo de La Mueca de Morelia, transformó los mundos de espectadoras y espectadores de cuatro ciudades de México: Mérida, Morelia, Celaya y Distrito Federal. Pero también la conciencia y el cuerpo de seis grupos iberoamericanos, con los que el propio Teatrito ha fraguado intensas relaciones a lo largo de más de una década, en torno a algo que, a instancias de El Galpón de las Artes de Mar del Plata, hemos dado en llamar Cruzando Fronteras.
Lo más difícil de cruzar una frontera, aunque parezca increíble, no es vencer la barrera de la estupidez y la ignominia de nuestras policías migratorias, ministerios de cultura y/o cancillerías, sino nuestras propias defensas, las certezas que nos organizamos para atender las demandas de un mundo al revés.
Heiner Müller dijo en una ocasión que a la hora de definirse marxista debía dar grandes rodeos, porque sin ellos le resultaba imposible ser algo que no podía ser de otra manera, etc. A continuación haré algo parecido.
Somos asunto de muchísimas personas
Generosidad es la primera palabra que me ocurre para describir globalmente la experiencia que vivimos una veintena de teatristas iberoamericanos durante esta 11 edición del FITI (Festival Independiente de Teatro Íntimo) de El Teatrito de Mérida, Yucatán.
Como generosidad también me ha servido, en el pasado, para sintetizar el gran cambio de paradigma en el quehacer del Muégano, a partir de la cercanía con Arístides Vargas, Charo Francés y ciertas tradiciones del teatro latinoamericano de grupo, busco su significado en el diccionario.
De entrada, la RAE relaciona al concepto con el decoro, y wikipedia con la caridad. Parece claro: las instituciones y lo instituido no entienden de lo que estamos hablando ni lo que estamos haciendo. Pero pronto la cuestión se enriquece: generosidad también es largueza, liberalidad, valor; esfuerzo en las empresas arduas; nobleza heredada de los mayores.
Como soy un poco antiposmoderno, me encanta saber que de algún sitio vengo. En el caso de El Teatrito est@s mayores serían, por un lado, sobre todo las madres de Amanda Quezadas y Ricardo Andrade, sus codirectorxs fundadorxs.
La madre de Ricardo, Teresa Jardí, ha luchado toda su vida por los derechos humanos de l@s mexican@s, y uno de sus legados principales es la profunda intolerancia ante la ignominia, una virtud poco valorada en el mundo muchas veces frívolo de la estética contemporánea, donde cinismo y desánimo suelen ocupar el lugar de la tragedia y la comedia.
La madre de Amanda, Irma, chef oficial y sicóloga oficiosa desde hace más de una década de los encuentros del Teatrito, ha luchado toda su vida por la dignidad de sí misma y la de su familia, y es como una Momo madura: sabe escuchar como casi nadie, pero también habla, y mucho, enseñando con alegría que el estar bien plantada sobre la Tierra no significa rendirse ante lo que existe, sino luchar junto a ello.
Así, desde experiencias vitales y funciones diferentes, ambas madres han sido puntales en la construcción de la ética y la práctica de un espacio donde sus hij@s batallan por vivir al margen de la lógica de la explotación, el abuso, la injusticia y la indolencia.
No es que El Teatrito sea un asunto doméstico. Que sus propias casas hayan funcionado como las dos sedes que han tenido en Chuburná, el barrio de Mérida donde Ricardo y Amanda se exiliaron de ese teatro comercial de clóset que era el teatro de (ex) búsqueda del Distrito Federal, significa lo mismo que en su tiempo pasó con el Living: la lucha de la escena nace y se plantea en y desde lo más íntimo y cotidiano.
Ahora bien, como por suerte no somos Mel Gibson, las batallas que solemos dar los grupos de teatro independientes están cargadas de contradicciones y matices, y a veces nos amargamos, otras veces utilizamos nuestras trincheras como refugios, otras nos relamemos en nuestras cicatrices, y otras, precisamente, salimos a caminar por la cintura cómica del sur, en busca de otros que nos devuelvan una imagen distorsionada y feliz de nosotr@s mism@s.
Por otro lado, l@s mapadres simbólicos más directos de El Teatrito serían algo así como Blas Braidot (quien da nombre a la biblioteca de su centro) y Raquel Seoane. La relatividad condicional del enunciado obedece a que el quid de la cuestión cada vez resulta menos individualizable: El Teatrito deviene de Contigo América, que a su vez fue un hijo más o menos bastardo del exilio de El Galpón de Uruguay, etc.
Insisto en que me es importante recordar, como decía el poeta guayaquileño Fernando Nieto, que somos asunto de muchísimas personas, una frase extraordinaria que a veces olvidamos en el teatro, fácil presa del capitalismo salvaje, quizás por el grado de fragilidad que el ejercicio de la exposición nos impone.
De cómo quizás dialéctica es una forma elegante de decir confusión
Confieso que la primera vez que leí el epígrafe de El Teatrito en su página web me tembló el espíritu: “Centro de Investigación Escénica A. C. (Asociación Civil) en contra de la hipocresía y el olvido”. Que el papel lo aguanta todo (pero también el escenario) lo demuestra una de las ficciones más en boga de la contemporaneidad: el socialismo del siglo XXI, que ni es socialista, al menos no únicamente, y peor aún algo actual.
Pero no sólo era temor ante la demagogia: Arístides ya me había enseñado, años atrás, que no había nada más panfletario que la realidad. Así que no, no sólo era el rechazo ante la probable mentira contenida, sino sobre todo un vértigo ante algo peor: la posible realidad de un enunciado que no quería instaurar a un nuevo gatopardo.
La persona generosa, dice wikipedia, no pretende una recompensa por su accionar, sino que hace lo que cree correcto y justo.
Desde la inauguración del 11 FITI, Ricardo no se cansó de repetir que para ell@s, que ya estaban muy cansad@s y desgastad@s de realizar este festival de manera titánica (por fortuna, desde la décima edición se ha ido sumando en la organización La Mueca de Morelia), un poco hart@s de batallar con la gestión de su sala y su espacio, en detrimento de su producción e investigación propia, lo más importante de esta edición 2013, AUTONOMÍA, era lograr que nos conociéramos los grupos invitados, seis grupos claves en la historia del propio Teatrito. Y eso que se decía de repente se palpaba, con total desprendimiento.
No parecía haber la búsqueda de un prestigio detrás de ese accionar, sino que todo se justificaba en el hecho mismo de que El Muégano conversara con El Trasto o La Mordiente, ambos de Málaga; o de que los trotskistas de La Vorágine se cotorrearan y deliraran con los villistas de La Mueca, todo muy anacrónico, y por ende todo muy valle-inclanesco, y por ende todo muy liberador; o el simple reencuentro del propio Teatrito con sus afectos esenciales del Galpón de las Artes, con quienes forman una suerte de trans-familia. Quiero decir que ahora que lo evoco me vuelvo a conmocionar, ante el espectáculo del des-interés interesado, ante la plenitud de un deseo que se realiza al disparar los deseos de los otros.
Siempre he pensado, en silencio, porque me da un poco de vergüenza decirlo en voz alta, que el teatro es materialmente comunista, y creo que pese a nuestras diferencias estéticas, y aún políticas, lo que ocurrió en este 11 FITI y 15 Cruzando Fronteras tiene que ver con la materialización de esa generosidad radical humana.
Frente a un mundo que exige claridad en los objetivos (enriquecerse, enriquecerse, enriquecerse; prestigiarse, prestigiarse, prestigiarse) y una profunda oscuridad en los métodos para alcanzar eso, qué viva entonces la tan desprestigiada confusión.
Creo que solamente mediante la confusión de Amanda y Ricardo ha sido posible montarse un espacio que conjuga lo artesanal, el eco socialismo de su filósofo y amigo Miguel Ricci y la reinvención de la tecnología de punta. Confusión fue también lo que les hizo posible confiar y certificar que antes que el FONCA, IBERESCENA, o la Secretaría de Cultura del Municipio en cuestión, los verdader@s aliad@s de un grupo y una sala de teatro son las espectadoras y espectadores a quienes ha formado, sobre todo si ese grupo y esa sala son consecuentes con otra terrible confusión, la del teatro con la democracia, específicamente en los términos de ese otro gran confundido llamado Bertolt Brecht, para quien la función de ambos ámbitos era la misma: dividir.
Y solamente una confusión muy desmesurada pudo imaginar plantearse, en esas condiciones,, sin más recursos que la cooperación y el colectivismo (lavar los trastes junt@s, cocinar junt@s, pensarnos todo el día junt@s, convertirnos en l@s técnicos de los otr@s o bien en l@s niñer@s de los hij@s de l@s otr@s, quienes están ahí no para rellenar el mundo, sino para ayudarnos a conformar ese otro mundo que ya es posible) un encuentro en el culo del mundo, perdón, en la rodilla o en el codo del mundo, sin un peso de por medio, bueno: en esta ocasión del 11 FITI con dos pesos, dos boletos aéreos por grupo, apelando sobre todo al encuentro, cruce y colisión con otras orfandades, éticas, estéticas y políticas.
Springfield o la consagración de la mini primavera
El FITI no es un festival donde uno llega, da la obra y se va; o llega, da la obra y se queda, un poco de vacaciones, un poco deprimido en el desierto, mientras ve otras obras para rellenar los días que quedan, hasta el momento del vuelo de retorno. Tampoco es un encuentro teórico o intelectual, a pesar de que se discute mucho, muchísimo, demasiado, hay como una pretensión de encapsular lo in-encapsulable, de saturar la experiencia, como si los conceptos nos ayudaran a perennizar el instante de esos cruces. El FITI, sobre todo en su demandado Cruzando Fronteras, es un reactor nuclear, un generador de energía atómica.
Mi grupo, aunque quizás debiera decir mis grupos, porque los grupos cambian al menos cada diez años, no sólo porque cambian de miembros, sino sobre todo porque sus miembros cambian, en fin, El Muégano, ha estado tres veces en Mérida. La primera, en 2003, resultó un campo de rosas. El encuentro fue en el viejo o primer Teatrito, mucho más chiquito que el actual. Ahí ni hacía falta pararse de puntitas para tocar el techo, ahí habían acabado de nacer del todo los espectaculares mini mini pares, mini mini leekos, mini mini todo. Y ahí, al final de las presentaciones de JUGUETE CERCA DE LA VIOLENCIA, dos grupos independientes casi recién nacidos, más o menos errantes, más o menos perdidos, sin apoyo institucional alguno, pronunciamos nuestro pacto de teatro: en este mundo todo está hecho para que este tipo de encuentros no se produzcan, por eso hay que producirlos.
Pasaron siete años para que El Muégano volviese a Mérida. 2010 fue una pesadilla, un desencuentro. Podría decir o pensar que los pequeños infiernos de Mérida, Guayaquil, Twin Peaks o Springfield nos habían pasado respectiva factura, y estábamos, al menos algun@s de nosotr@s, amargad@s o simplemente cansad@s, al punto de ver nuestros trabajos y valorar nuestros respectivos proyectos reproduciendo el orden del imperio. Recuerdo que cuando Ricardo y Amanda, junto a su hijo Santi, nos fueron a dejar al aeropuerto, hablamos de la posibilidad de hacer un proyecto junt@s, pero nuestro ánimo y sobre todo nuestras bocas estaban llenas de hiel, y sin embargo, al mismo tiempo, era una forma de aferrarnos a un mañana que pudiera ser diferente.
Recuerdo todo eso junto a Ricardo, a bordo del bus que en 2013 El Teatrito ha fletado para llevar a tooodo el FITI desde Mérida hasta Ciudad de México. Ell@s, que durante una semana se han hartado de decir que están hart@s de esfuerzos titánicos, han estirado sus dos pesos para llevar teatro iberoamericano independiente a otras tres ciudades de la república mexicana durante 21 días. Más que una desmesura, se trata de algo inconmensurable.
Digna obra anti-aristotélica, lo mejor del FITI fueron el primero y el último acto, el planteamiento y el desenlace, Mérida y Morelia, en las sedes respectivas de El Teatrito y La Mueca. El nudo, como su nombre lo indica, fue el DF.
Cruzando fronteras
En Mérida, a las 10 de la mañana, comenzaban los desmontajes de las obras vistas la noche anterior; luego entrábamos a debates en torno al concepto o título de este 11 FITI y 15 Cruzando Fronteras: AUTONOMÍA, cuyos acuerdos y desacuerdos se pueden consultar en la web del mismo FITI o del Teatrito. Por las tardes, cada grupo hablaba de su trayectoria, intereses, retos y problemas. Y por las noches las obras. En medio, las comidas, los cafés, el internet, algún paseo y las cenas. Algún día algún grupo se fue a Uxmal o a otro sitio de interés turístico. Pero casi todo lo hacíamos en un radio de 200 metros, los de la casa del propio Teatrito.
El contraste con el DF fue casi brutal. La economía del festival impuso que nos alojáramos a diez minutos de Indios Verdes (la misma distancia que en Mérida hacíamos de nuestro hotel al propio Teatrito), e Indios Verdes queda lejos incluso de Indios Verdes. Aparte de eso, la sede principal de Contigo América, matriz histórica como ya consignamos del Teatrito, está en una época de transición, que no sólo consiste en saber con cuántos focos o técnicos contamos en su sala, sino ante todo en una incógnita sobre el quiebre y la coherencia a la vez entre su historia y la ética y la estética de su presente y futuro.
Morelia y su extensión a Celaya fueron como una vuelta al punto de partida, no sólo por lo que significó como prueba del 12 FITI de 2014, que será protagonizado por La Mueca, sino por la preeminencia que ahí tuvo el público, parecido a lo que ocurrió y ocurre en Chuburná, El Teatrito, Mérida. En ambos el teatro aparece expandido, como algo que no es patrimonio sólo de l@s teatristas, sino de las comunidades que se generan y alimentan espiritualmente de esos grupos, y que a la vez los defienden, legitiman y sostienen.
No sé muy bien dónde empieza El Teatrito y dónde se acaba el TACOTE, su Taller Comunitario de Teatro. Y La Mueca vive tanto en su extra radio que su sede, quiero decir su sala, tiene cierta traza de lugar de paso, mientras su generosa combi es capaz de acoger a todo un festival de teatro.
De mi memoria destaco, más que anécdotas, algunas cuestiones:
  1. Por lo visto y conversado con los compañeros del Galpón de las Artes de Mar del Plata y La Vorágine de Tucumán, no es patrimonio del Ecuador que el socialismo del siglo XXI sea, en materia económica, cultural y política, la vuelta de tuerca y actualización de ese neoliberalismo al que en su discurso contradice, pero que en realidad perfecciona y supera. Un capitalismo de Estado a veces más siniestro de lo que, al menos en materia cultural, teníamos antes en Ecuador, cuando a la derecha no le interesaba en lo más mínimo el arte, mientras hoy los tecnoburócratas de la meritocracia operan bajo el designio de controlarlo todo. En pocas palabras, ahí donde pedimos durante lustros políticas culturales, lo que nos terminaron dando fueron policías culturales, y la represión militar de los setentas hoy adquiere el rostro de la presión fiscal. En la cabeza de los tecnócratas no caben la autogestión, la autonomía, la solidaridad y la simple juglaresca.


  1. A petición expresa de Raúl Cortés, espléndido dramaturgo y director del Trasto Teatro, un grupo que en Málaga monta sus espectáculos ni siquiera “en su casa de su propiedad”, como dirían en México, sino en el piso que dos de sus miembros alquilan y comparten con otras dos personas, los esfuerzos de crear una mancomunidad teatral no han de dirigirse a otra cosa que a permitir que cada un@ siga haciendo lo que ya está haciendo. Puede haber gremios, internacionalidades o como se llame, siempre y cuando no caigamos en la debilidad de ponernos a hacer tod@s lo mismo.


  1. La Mueca de Morelia nos dio la oportunidad de conocer una especie de historia secreta del teatro en México, en cuya capital y discurso oficial el teatro ha sido siempre obra de maestros totémicos, catedralicios, a imagen y semejanza de esa cultura paciana que ha tolerado y contribuido a la hegemonía del PRI y sus variantes, y donde darle la espalda a América Latina ha significado que la raza y el espíritu mexicano hablen su teatro en Broadway antes que en Santiago García. Frente a ese relato, La Mueca nos habló de la OTIM (Organización de Teatros Independientes de México), un esfuerzo que se consumió pero los dejó a ell@s mism@s como escombros de una historia que hoy el mismo FITI continúa. Curiosamente, cuando El Muégano terminó su travesía mexicana de este año con una mini temporada en El Milagro del DF, compañar@s muy querid@s de nosotr@s en esa ciudad nos oyeron contar la historia de la OTIM con cierta sorna, incredulidad y hasta desprecio. Ya lo dijo Rubén Ortiz, cuando actrices de la famosa, oficial y ominosa Compañía Nacional de Teatro se rasgaron las vestiduras tras el triunfo del PRI y Peña Nieto en las pasadas elecciones: El PRI gana las elecciones todos los días en el teatro mexicano.


  1. Por encima de estas consideraciones, el FITI consistió en darnos la posibilidad de descubrir a algunos grupos y trabajos extraordinarios, dramaturgias conectadas intensamente con sus tradiciones a la vez que conectadas con las urgencias de su presente. De entre todas ellas citaré, sin inocencia, a la vorágine de La Vorágine, por la diferencia ejemplar y la entereza con la que es@s compañer@s abordan el trabajo, con un desparpajo sólo comparable a su compromiso (no es banal que su sala de Tucumán, hoy amenazada por el capitalismo de Estado, se llame La Gloriosa, pues para ell@s el teatro es una gloria). Pero también porque su calidad me plantea una pregunta sobre el orden y los circuitos del mundo: en muchos festivales iberoamericanos he visto a muchos grupos, no digamos argentinos, sino específicamente bonaerenses, precedidos de un amplio prestigio, y estos grupos, en realidad compañías, suelen no decirme nada. Así que es muy relevante que ninguno de los grupos de este 11 FITI proviniese de la capital de sus países, y creo que solamente La Mordiente de Málaga traía una obra que no fuese dramaturgia propia.


  1. Con esa misma Mordiente nos llevamos una sorpresa: a kilómetros de distancia, un@s en Guayaquil y otr@s en Andalucía, nos podemos estar haciendo las mismas preguntas: ¿Cómo contener a la realidad en nuestras obras, cómo sin quedar reducid@s bajo ella? E incluso perfilar respuestas cercanas (teatro documental, teatro posdramático, antes llamado posteatro, etc.), sin olvidar que en realidad todas las categorías funcionan como linternas: cosas que nos iluminan, pero cuyas baterías se gastan.


  1. Los grupos somos en sí mismos instituciones del afecto, a veces parecemos una familia, pero en realidad somos algo peor y mejor que eso, en todo caso un paradójico dispositivo, una estrategia para enfrentarnos y defendernos. Tan vulnerables que el momento más complicado me parecieron esos desmontajes donde ponernos a hablar de la obra del otro. Así como un grupo puede convertirse fácilmente en una coartada, la democracia suele reducirse a demagogia o mera conquista, y a l@s ciudadan@s la condición de súbdit@s les puede resultar muy cómoda. La democracia del teatro sería algo así como la inversión del ballet pugilístico de Muhammad Ali: en lugar de volar como una mariposa y picar como una abeja, en torno a las estéticas de l@s demás se debe zumbar con potencia y chupar su néctar. Por suerte el teatro, si acaso es un combate, es contra un@ mism@.
En el camino, de vuelta a la carretera, no cabe duda: el mundo está loco
En relación a todas esas pretensiones en las que a veces caemos los grupos cuando estamos felices y nos juntamos con otr@s y pensamos que es momento de actuar para la posteridad y hacer algo grande, en ese bus rumbo al DF le conté a Ricardo del Teatrito algo que dijo Charo Francés en Quito, hace poco menos de un año, a raíz de una reunión convocada por Malayerba para resistir los embates del Estado en contra del movimiento teatral independiente ecuatoriano: “Si después de esta reunión no pasa nada, nada más de lo que ya ha pasado en esta reunión, no debemos amargarnos ni desgarrarnos. Porque lo que hoy hemos hecho aquí y dicho aquí ya pasó, ya nos constituye, y hay que felicitarnos por eso”.
La pupila de Ricardo se encendió, y la comisura de sus labios se alegró. Lo conozco desde hace casi 20 años, desde que fuimos compañeros de aula. Lo he visto crecer y cambiar, lo he visto atrincherarse y aún ocultarse en su ideología, y en este 2013 lo vi transgredirse y desplegarse como actor, en la estupenda obra ¿infantil? “El mundo está loco”. Y le oí decir que tiene aún pendiente ser más compañero de su compañera. Mi querido amigo cruzando fronteras.

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Doble e intensa alegría
(comentario al 9° FITI 2011)

Jorge Alvarez.- La turbonada había dejado algunas calles inundadas pero había bajado la tórrida temperatura de la ciudad de Mérida.
Llegué al Teatrito con una amiga para ver, ella por primera vez y yo por segunda : Los Pelirrojos, una
obra de Ricardo que ponían en escena impecablemente con Amanda y Miguel Flota como actores.
Ya adentro, nos sorprendimos al ver que eramos los únicos. La función no cambió en nada por ser
los espectadores sólo nosotros.
Ya en el momento de los comentarios les pregunté si se justificaba tanto esfuerzo por 2 espectadores:
Ricardo me respondió: -Basta uno, y si no viene nadie, lo haríamos igual como ensayo-. Me conmovió.
Esto paso hace más de 8 años, cuando El Teatrito era apenas conocido, pero la tenacidad y fortaleza
de carácter de Ricardo y Amanda eran las mismas de ahora; y su anhelo de llevar cultura y reflexión
a toda la gente, incluso la que no podía pagar su cuota de recuperación, eran tan intensas como
ahora.
Debo reconocer que, en aquél momento, mi habitual pesimismo me los hizo ver como modernos
Quijotes arremetiendo contra los molinos y vaticinarles igual suerte que al ingenioso Hidalgo. Al mismo tiempo me sentía obligado, al menos, a acompañarlos en su intento como espectador hasta
el fin o hasta que desistieran.
Yo conocía Mérida desde 6 años antes y sabía de lo poco propensa de su población a apreciar el
Teatro y la cultura en general. El gobierno de los últimos años del siglo XX generaba espectáculos
gratuitos, algunos de muy buena calidad, y en ellos; sea en el Daniel Ayala o el Peón Contreras veía
siempre las mismas 15 o 20 caras y los demás... turistas.
Era fácil vaticinar que no les iba a ir bien pues habían elegido el lugar incorrecto.
Ayer terminó el noveno FITI que se evidenció como un logro importantísimo tanto a nivel local como
nacional. Todo marchó como un reloj. La organización: perfecta, los grupos de 6 países llegaron sin
contratiempos presentaron sus obras con un nivel incluso superior a lo esperado, por lo menos por
mí.
Las obras me impresionaron, movieron a la reflexión, hicieron funcionar esa vieja maquinaria de mi
mente, me dieron vivencias para el recuerdo y incluso una de ellas me produjo una emoción tan
fuerte que tuve que reprimir pues estuvo a punto de desbordar.
Me alegré por todos los que lo hicieron con mucho esfuerzo y trabajo, y también, obviamente por mí,
que pude disfrutarlo y vivirlo.
También me alegro de haber sido espectador de ese largo y difícil camino que llegó hasta aquí, donde
yo juraba que los Gigantes eran molinos de viento y, por lo tanto, invencibles, y donde yo hubiera
desistido 100 veces de la empresa cual Sancho....
Pero no... los molinos eran en realidad Gigantes, y podían ser derrotados.
Muchas veces los grandes logros están hechos con los ladrillos de frustraciones, decepciones,
obstáculos que parecen insalvables y largas noches en vela preguntándose si lo que uno pretende es
sensato o mera locura...
Seguramente de aquí en más, habrá FITIs donde algunos grupos no pueden llegar por problemas de
visas y hay que rellenar los huecos bien o mal; donde los grupos si llegan pero en alguno, sus
integrantes discuten y se van y quedan en blanco 3 funciones; donde la organización falla y todo se
vuelve confuso.
Pero estoy seguro también que Ricardo y Amanda y todos los que colaboran como los que
colaboraron en el pasado con ellos, seguirán adelante pues, a diferencia de mí, comprendieron hace
mucho que los Gigantes son sólo Gigantes y pueden ser vencidos.

Abril 2011

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Pobre de nuestro niño Guy
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez

Fue como si tuviera diez años y mi madre me invitase a su lado en la hamaca, con almohada de trapo para ella y su brazo para mí. Fue como si cerrara los ojos y escuchase las palabras de Canek, del libro de Ermilo Abreu Gómez, leídas por mi mamá y recreadas en escenario oscuro. La dulce poética, con dejo de tristeza por los destinos del pobre niño Guy y del Héroe maya, me fue doliendo poco a poco.
Trataba de ver el montaje que El Galpón de las Artes, de Mar del Plata, Argentina, hacía con adaptación de Claudia Balinotti del texto de Abreu Gómez, pero el lleno absoluto en El Teatrito y, sobre todo, la monumental estatura y desbordante cabeza del espectador de adelante, me impedía en gran medida observar el escenario y a ratos prefería cerrar los ojos y escuchar la narración oral.
El teatro íntimo es un tesoro invaluable que hay que compartir, pero guardando un pedacito en el alma propia y otro cachito en la memoria. Teatro para la reflexión, análisis, debate y sacudir la conciencia. Y muy altas eran las expectativas de Pobre de nuestro niño Guy, pues ya la obra literaria original es una riqueza de la humanidad que algunos yucatecos recelamos con el pecho inflado.
Y se sintió el malestar del niño, la mala vibra de su petulante familia y la bondad y pensamiento de Canek. Mas creo que le faltó algo que no sé muy bien de que se trata. Mientras parecía que mi madre me leía en la hamaca, pensaba que lo que faltaba era la lluvia, el olor a tierra mojada y lágrimas de sal. Creo que lo que le faltó a la propuesta fue agua, sangre lavada por lluvia corriendo por el cancab.
Aplaudo a El Galpón porque al final pude ver a Canek encontrarse con el niño Guy, transparentes e inmaculados, en el sacbé dirigiéndose hacia la inmortalidad solar. Y, en ese momento, pude sentir la electricidad en la piel y un océano amenazó con lavar mis mejillas. Catarsis dicen algunos, efecto poético, shock emocional o lo que chingados sea que produce el arte. Fue como guardar mi chechoneo en el hipil de mi mamá.
La reflexión como siempre se inició en El Teatrito al terminar la obra, pero continúa en la conciencia de cada quien y en el diálogo de cada cual. Una chica, visiblemente de un lejano país, preguntó quién fue Canek, pues únicamente sabía que una calle se llama así – por cierto calle muy fea con monumento horrible incluido, mientras la avenida más chévere de la ciudad se llama Montejo y a todos los visitantes de inmediato se les informa quién coños fue ese hijo de puta – .
Después de la historia verdadera, de la obra de Abreu Gómez, de la propuesta de El Galpón de las artes y después de Wikipedia o lo que sea, la respuesta de todos los nobles herederos de esta tierra con capacidad de indignación, debe ser así de breve y elocuente: Yo soy Canek. Y abrazar la poética del literato y la rebeldía del héroe. Que para eso sirva el trabajo artístico y el teatro íntimo. Para eso y más.
Lo habían dicho los miembros de El Teatrito momentos antes de inaugurar el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo – Encuentro Internacional “Raíces” 2011, al igual que la bellísima biblioteca Blas Braidot, que desde ya está al servicio de la comunidad: Resistencia artística contra la hipocresía y el olvido; una forma diferente de ver y hacer teatro en Mérida, Yucatán.
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De carne y trapo y Los cimientos del cielo
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez

El ambiente de fiesta se dejó sentir con la doble cartelera, la camaradería y el goce teatral. “Máre, Camilo, estos Tucumanos son la reata”, le dijo el Kaskep a su cuate. “Te lo dije, chavo, estos gallos si la rifan”. Otro del público desbordaba emoción y las palabras no le alcanzaban para expresarla. Largo y nutrido reconocimiento del respetable hizo explotar el aplausómetro por De carne y trapo, obra de Grupo Teatral La Vorágine.

Muchas felicidades y un reconocimiento especial por el trabajo físico y el manejo del espacio, estoy impresionada”, y cosas por el estilo comentaba la gente que acudió a la invitación de la fiesta. “No manches, me cagué de la risa por la triste situación representada, o sea, qué pena me dieron los disparates de este vrentílocuo y su muñeco, en serio, risa y llanto en el subibaja del columpio, ¿cómo te lo explico?
Se trata del éxito y el fracaso, de la fama, del paso del tiempo y eso sí “cualquier parecido con las coincidencias es pura realidad”. ¿A poco cuando Mr. Franklin, el ventrílocuo venido a menos, dijo su chiste del rey de la cara hermosa, se refería a la mandamás de corazones? ¿Y eso del reino de paz, no se estaría refiriendo a…? No, cómo crees. Tu siempre tan mal pensado. ¿Podrías hacer una crítica decente? La verdad no puedo. Al menos usa comillas y apégate a la sana redacción, me confundes.
¿Dices que el muñeco hablaba, o que era la conciencia del fulano? ¿Por qué llorabas entonces, por la risa o el dolor? Puras pendejadas dices, esos debrayes de los artistas son puras mamadas; y no me vayas a salir con la cantaleta de que todo es cuestión de espíritu y de que la obra te hizo escribir así. ¿Con quién crees que estás hablando? Olvídalo, hubieras visto esta obra, bueno, tienes chance de verla todavía.

Trepados como changos en el taxi, por la calle 60, rumbo a La casa de Frida, para ver Los cimientos del cielo, propuesta traída desde el mismísimo Distrito Federal por la compañía 30Arte, demasiadas comas y qué pedo, la emoción y el buen sabor de boca seguía ovacionando a La Vorágine: “además, la música y los efectos de sonido estuvieron muy chingones, en su punto, vaya, estos gallos no son improvisados, a parte de lo chingón de la obra, los actores tienen chance de lucirse con elementos dancísticos, casi de circo, de poca madre.
 Máre, Camilo, la neta el grupo chilango me decepcionó un poco, estuvo como que muy escolar, por no decir amateur”. “¿Cómo va a ser, si para ti casi todo es la reata?” Lo mejor de la obra fue la sinopsis, prometía mucho, pues tomar leyendas e historias prehispánicas es muy valioso y arriesgado, pero la propuesta escénica dejó mucho que desear. Estábamos hablando del nivel del FITI y del éxtasis que produjo La Vorágine, entonces, la mera verdad 30Arte quedó cortinas.
Le puedo dar un aplauso con dos dedos de cada mano por el esfuerzo, y por la noble intención de reivindicar la lucha indígena y hacer reflexionar al público a cerca de las tradiciones orales de nuestro vasto territorio latinoamericano y sobre la situación actual y la importancia de los pueblos indios, más allá de la antropología hueca de algunos estudiosos y la demagogia desgastada de políticos sin vergüenza. Pero teatralmente, y por el nivel que el festival presume, mejor vamos a cenar sabroso.
¿Pero, por qué dices eso?, dale peso a tus palabras. Mmm tamare, no vamos a entrar en asuntos escenográficos, escenotécnicos, dramatúrgicos, directorales, actorales, teóricos, similares y conexos, para eso están los críticos. ¿Dónde?
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Epitafio para un zapato enterrado vivo
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez

Con el título y los puntos suspensivos de la sinopsis, uno ya sabe de qué va el asunto. Lo importante, entonces, se centra en el cómo será desarrollado y, si al final de cuentas, el desenlace fue el sugerido. Valdivia, Chile está lejísimos y desde allá vino la compañía Patricia Fernández – Centro Cultural Violeta Parra a deleitar al público del FITI, compartir experiencias y confrontar al espectador consigo mismo.
La luminaria que se apagó y el estorbo que nadie ve, el actor venido a menos y el hombrecito que nadie conoce, dos personajes, dos estereotipos en los que bien cabe gran parte de la humanidad y, con variantes de todo tipo, casi todos los roles de la sociedad. Con humor negro estos fulanos en escena ponen de manifiesto lo absurdo de las calamidades actuales de la vida posmoderna. Abordan un tema serio y profundo con cierta ligereza.
Pongamos, por ejemplo, que me da hueva ponerme informativo, crítico y descriptivo, que me cansa buscar el espíritu de una obra de teatro para escribir una cuartilla que nadie leerá y no tendrá relevancia; no es que sea un perdedor, tampoco dije que quería ser un ganador; o supongamos que Mefisto me pone en comunión con el espíritu literario y el fuego fatuo de la fama llega, pero pasa el tiempo y me deja en el olvido.
Pensar la parrafada de arriba me deprime tanto, que pienso que pondré mis archivos en orden, me bañaré, vestiré con ropa de playa e iré al malecón de Progreso a suicidarme; antes avisaré a Navarrete para que saque la mejor fotografía y le pediré a Conrado que haga la crónica. No, a nadie le va importar que me vaya a la chingada, mejor dejo el cursor parpadeando y me corto las venas con este cúter que estoy mirando.

¡Qué pendejadas escribe este gallo!, podría pensar el potencial lector. Pues así de pendejos hay muchos. Momento, porque pendejos no son, si acaso víctimas de la posmodernidad. El problema es la incomunicación. Y muerto el niño, o el viejo, todos a llorar y flagelarse por la falta de comprensión a ese otro, pero echándole culpa de que no se acercó a uno para ser visto, escuchado, salvado.
Tabueno, tabueno, la obra estuvo entretenida y me puso a pensar, nada para poner el grito en el cielo pero sí para reconocer el gran trabajo de los actores y la directora. ¿Quieres que te diga los créditos? Tabueno: Cristiano Álvarez, Marco Mayorga y Eugenia Fernández, respectivamente. Checa el programa en la web, busca en Google, yo me voy a suicidar. ¿Que no me burle, que es un tema serio, sobre todo en Yucatán, dices?
Sí, sí, pero se puede abordar con algo de ligereza y una buena dosis de humor negro ¿no?, luego reflexionamos profundamente, lo platicamos en casa y vemos qué hacemos. Para eso sirve también el teatro, el íntimo cuantimás. Aquí es dónde ya no se si pongo mis archivos en orden y escribo mi epitafio para finalizar o dejo parpadeando el cursor sin terminar la página; lo que si sé es que me voy a Puerto Progreso.
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No amanece en Génova
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez


El faro me guiñaba el ojo con su rayo de luz para que apurara el paso a través de la oscura carretera. La ciénaga y el salitre de pronto impregnaron mis pulmones anunciando mi próxima llegada a Puerto Progreso. Nunca imaginé lo que me aguardaba en la Casa Ecológica de Yutsil aquella noche de teatro, pero con extraño gusto repetiría la experiencia. La residencia es muy bonita y quise tragármela con los ojos para saborear su arquitectura.
Me abrió la puerta un siniestro personaje con pintas de mayordomo, verdugo y sepulturero vestido de ancianidad grotesca. Tomé asiento en la sala y cadenas con grilletes me sujetaron a la silla para impedir mi escape mientras una voz espectral me invitó a seleccionar uno de dos inciertos desenlaces. Ruidos en las tinieblas me asustaron hasta la médula y mis pupilas dilatadas al máximo no conseguían objetivo alguno.
Llegó la luz y con ella el Rey de la casa. Apreté las fauces y contuve la respiración ante la pestilencia del personaje, me hubiera levantado pero algo me detuvo, quise dejar de mirar pero no pude cerrar los ojos. El Rey estaba loco de poder y calmaba su enfermedad con malignas acciones de funestos resultados. Fue como viajar de la locura a lo que sigue, haciendo pequeñas escalas en la razón, dando profundos respiros de poética sabiduría.

¿Hasta dónde puede llegar un pelele con poder patológico, qué coños es la locura, qué la razón, qué me importa la vida de los demás, cuánto la mía? Y quise arrancarme los ojos en medio de toda esa crueldad, sin embargo, destellos de belleza plástica me quitaban las ganas de vez en cuando. Músicas y sonidos hacían escarnio de mi taquicardia o calmaban mi corazón a punto de salir vomitado con mis entrañas. Varias veces aprobé con la cabeza los argumentos y al final sin palabras me quedé.
¿Para qué decir que no fue cierto, que no sucedió así y que todo fue un montaje teatral, que miento porque mi mente fue perturbada por una obra de arte? ¿Falta decir que al final el aplauso fue largo, larguísimo y merecido, que todo volvió a la calma pero nada será igual? ¿Es necesaria una lista de ingredientes para una experiencia multiorgásmica en una residencia convertida en sala de teatral?
Mis pupilas, acostumbradas a la oscuridad, me guiaron de regreso a Mérida. Dejé atrás el faro, la ciénaga y el salitre; allá se quedó la compañía Trasto Teatro, que vino desde Málaga, España, y trajo en sus maletas una noche inolvidable que me regaló. Me fui a dormir desando que Raúl Cortés y sus cómplices fueran sorprendidos por la fresca y luminosa mañana progreseña, pues No amanece en Génova.
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De libertadores a libertados
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez


Me vale madres abusar de clichés, pero es que no logro invocar el espíritu de Jorge Ibargüengoitia para que me ayude a redactar una brillante nota. ¡Ibargüengoitia, sin vergüenza, ilumíname por favor, manifiéstate! … Nada, así que ni pedo, aquí voy.
La Historia, esa que se ha escrito con sangre y mayúscula, puede significar sólo un parpadeo. La historia, esa de los libros de texto para la no educación pública, puede ser perfectamente olvidada. Cualquier acontecimiento histórico puede ser investigado, reconstruido, dimensionado, recreado y valorado. Lo que importa hoy es la conciencia, y si una pequeña gran historia de teatro, representada con humildad, profesionalismo y alto compromiso, sirve para reflexionar además de divertirse, pues bienvenida sea.
El éxito de un montaje no depende para nada de su presupuesto y sí en gran medida de la creatividad y calidad depositadas en él, además de otros atributos netamente humanos. Agréguese humor, buena música, algo de humo y efecto estroboscópico a muy buenas actuaciones y seguro se obtendrán excelentes resultados. Si se quiere hacer del asunto algo más arriesgado, añádase dos cucharaditas de hard core y sírvase en pequeñas porciones.

Cuando cursaba la secundaria, recuerdo que agarré dos personajes históricos cual si fueran estrellas de rock: Felipe Carrillo, uno, y Simón Bolívar, el otro. La compañía Pandilla Teatro, de Caracas, Venezuela, trajo al FITI un Simón delincuente, miserable, urbano, contemporáneo y continental; acompañado por un quijotesco profesor Francisco Pérez, y ambos fueron disparatadas transmigraciones del Libertador Simón Bolívar y el Generalísimo Francisco de Miranda. En relampagueante noche de teatro volví a ver héroes con mis románticos ojos de punk.
Pero todo este rollo no es lo más importante, sino el chingo de Simones que hay en el mundo, en el continente, en este pueblo inmoral. Y no me refiero a las tiendas de palanganas, picheles y demás artículos de plástico, más bien a los jodidos y marginados hijos de las insurgencias históricas e idílicas revoluciones. Es que está cabrón el asunto, y ahí está en Simón y Francisco la lucha de clases también. ¿Es peor el pobre que delinque para sobrevivir en la podredumbre o el que deja que el resto se vaya a la mierda mientras no sea pringado? Tampoco se trata de qué es mejor o peor para unos u otros.
Ahí está el profesionista que se sabe la historia y la recita con vehemencia. Ahí está el asalariado en su zona de confort que le costó la rotura de madre de su vida, ahí está sin sentimiento alguno, conciencia o indignación por la desgracia del otro, porque de él nadie se preocupó y nadie le ayudó cuando estuvo jodido, mucho menos unos cabrones que vivieron, y murieron, hace más de doscientos o cien años, muchísimo menos ciertos pendejos que hoy pretenden componer el mundo. ¡Cómo va a ser héroe Simón si es un criminal, qué se va a preocupar alguien si está enajenado!
La historia escenificada terminó pronto, pero no tuvo final, o más bien éste quedó un tanto abierto. ¿Qué pasará con Simón y el profesor al amanecer? Allá cada espectador; tan sólo una semilla en tierra fértil vale mucho la pena, dijo alguien por acullá. La compañía Pandilla Teatro hizo su Lucha, de manera hilarante y contundente, con dejo de tristeza y mazazo a la conciencia, que le valió aplausos y admiración.
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Strangenos
En el 9° Festival Independiente de Teatro Íntimo

Por Rigel Solís Rodríguez

El murmullo en el hall de El Teatrito pasa del noise al melódico entre conversaciones de todo tipo que no alcanzo a distinguir. Soy bastante chismoso y paro la oreja para captar algo interesante, quizá el tema de un cuento de terror, un poema lastimero, una novela cyberpunk o una obra de teatro realista. La gente luce contenta, comenta las presentaciones que ha visto y lo bueno que ha resultado el festival. También la variopinta tropa de actores y demás gente de teatro comparte experiencias, comentarios y recetas de cocina.
Así ha transpirado el FITI y finalmente tocó turno a la compañía Teatro Laberinto, del mismísimo Sao Paulo, Brasil, de pisar el amigable y popular escenario del recinto teatral de Chuburná. Disculpa si sobreadjetivo esta vaina, sobreadjetivar es un vicioso verbo que no puedo quitarme con tal de parecer interesante, aunque todos los del Poli y hasta la Santanera ya saben lo mamón y pretensioso que soy. Sin embargo, la mera neta es que en el fondo soy bien orgánico, primitivo, para ser más preciso.

Por eso disfruté sobremanera el monólogo de Gina Monge y Daniel Alberti, dirigido por la primera, protagonizado por el último y con asistencia técnica de Joao Santiago. El tipo contó varias historias dentro de la principal y aún otras escondidas por allá. Varios espacios, varias acciones y varios personajes pasaron frente a mi vista como una muda película de Chaplin. Sonó la luz y nadie contestó del otro lado, sonó de nuevo y hubo que mentirle a mamá. Qué cosas pasan en la oscuridad, cuáles en extranjera soledad.
A ratos pensaba que los personajes hablaban portugués y a ratos ningún idioma, sospechaba que inventaban traspe allo eta bucuchi palabras quinto mero paca técnica o algo así por el estilo. Por eso aunque no entendía lo que oía, bastaba seguir los gestos, las miradas, las intenciones. Un despliegue físico chingonsísimo, una capacidad actoral poca madre. De ahí que diga que soy demasiado primitivo, pues me emociono hasta las lágrimas con expresiones artísticas de este pelo.

Y es que el tema de la migración tiene muchas aristas y da para insuficientes reflexiones, el dolor que hay en el que se va y en los que se quedan es una cosa terrible, editor, corrector, no vayas a convertir ésa coma en punto y a parte porque arruinarías mi rompimiento, el actor interviene con el público, lo cuestiona, improvisa, un señor juega con él y yo no me atrevo a intervenir si no soy invitado. Pienso que si me pregunta mi nombre le diré que mi apellido es Calderón y soy un tirano, nomás para ver como reacciona. No se dirige hacia mí, me quedo con las ganas.
Pienso en miles de latinoamericanos en busca del sueño americano, en tantos extranjeros en países de supuesta hermandad, tanta incomunicación, soledad, miedo, hambre, sufrimiento. Y es que uno puede ser extranjero en su propia casa, en el colegio, en el trabajo. Me quedé sin palabras, cayó el telón del Noveno Festival Independiente de Teatro Íntimo, los aplausos todavía reverberan desde Chuburná hacia toda Iberoamérica. Muchas palmas, tantas emociones, cuántas reflexiones. Quedan las memorias, fotografías y palabras deshilachadas. El mundo tiene que ser mejor, aunque sea un poquito mejor.
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UN PUNTO DE VISTA

Un punto de vista

Raíces en trance…

Carlos Rojas
Especial para el FITI

criticarojas@gmail.com


Yucatán, Mérida.- Cuando el pasado domingo 20 de marzo llegué al Centro de Investigación Escénica El Nuevo Teatrico con la intención de ver la apertura de la 9° Festival Independiente de Teatro Intimo, Encuentro Internacional “Raíces” del 20 al 27 de marzo del 2011, vi que se acercaba a mí Ricardo y Amanda, coordinadores del festival, le pregunté si venía la comunidad, a lo que respondieron sonriente que la función acababa de empezar… Así se aleccionó la magia por el espacio…el sitio destinado para la comunidad dejó de estar desierto; en el lugar fluía el público y comenzaba a representarse Canek (Pobre de Nuestro Niño Guy), basado en los textos de Ermilio Abreu Gómez uno de los espectáculos del grupo argentino El Galpón de las Artes (Mar de Plata), a este trabajo -por decirlo de algún modo- poético, se sitúa en un nivel de teatro etnográfico…teatralidad momentánea, detalles inolvidables, imágenes entrañables...Podríamos agregar un elenco de actrices y actores variables y bien ejercitadas capaces de incorporar personajes, cantar, tocar instrumentos musicales, y moverse sobre el espacio como si fuesen verdaderas mujeres mayas.
No menos importante en la consecución del resultado artístico son los aspectos visuales y sonoros del espectáculo, y en este sentido el trabajo conjunto resulta decisivo en la labor actoral de las mujeres y del actor. La dramaturgia del espectáculo y la banda sonora, por ejemplo, fueron elaboradas de forma poco atrayente y no logra imprimir a la representación un ritmo adecuado que sin duda alcanzará su justa medida con las sucesivas presentaciones. O al menos eso esperamos.
También pudimos presenciar la interesante creación de Los Cimientos del Cielo, concebida por la Compañía Teatral 30arte de México (DF). La creación precisa muy bien las características que debe tener un espectáculo teatral: en primer lugar, la búsqueda de una comunicación dinámica con el público; una historia relativamente interesante, apoyada en acciones claras y de palabras en dialectos mayas; prolongación de figuras; personajes sin excesivas complicaciones psicológicas, lo suficientemente tipificadas para ser comprendida sin esfuerzo por el variadísimo público asistente y la introducción recurrente de algún elemento inesperado durante la función.
De Carne y Trapo”, es un espectáculo de agradecida factura del Grupo Teatral La Vorágine de Argentina que tutelaran los propios Pablo Gigena y Noé Andrade a partir de la rescritura que le hicieran sus propios directores sobre su oportuna dramaturgia. La historia traza un paralelismo temático con Míster Franklin, y retoma situaciones arquetípicas: la partida hacia tierras lejanas de sus protagonistas, la espera de los sueños por el hombre que parte, el asedio de los gigantes, el castigo o la intervención de la alienación de la sociedad…, “De Carne y Trapo” con dinamismo, vitalidad y buen gusto, entremezcla las tradiciones con los componentes más autóctonos de la cultura tucumana, brindada a los espectadores de la ciudad de Mérida, cualesquiera que sean sus edades, la maravillosa posibilidad de encontrarse en pleno imaginario con el deslumbrante arte del teatro, y muestra las colosales posibilidades y el desarrollo alcanzado de perseverante labor por el consagrado elenco de artistas del Grupo Teatral La Vorágine.
En primer término no deja de ser un tema inagotable la magia para hacernos soñar. El carácter lúdico es el principal recurso escénico que sustenta la clownización en clave grotesca, ya sugerida desde la interpretación. Los actores (Gigena y Andrade), aprovechando además de sus experiencias como mimo-clown-danza-teatro, construye su discurso corporal dentro de las coordenadas de un pensamiento pragmático.
Con un estudio definido del personaje, los intérpretes se regodean dentro de un estilo de actuación humorista, amparadas sutilmente por diferentes técnicas. El espectador será capaz de sentir pero no vislumbrar desniveles en la caracterización.
De Carne y Trapo”, tiene un final cerrado, circular con mayor o menor eficacia de la propuesta escénica en su relación con el público. Porque si algo hay que tener en cuenta en primer término cuando de teatro intimo se trata, es el público y el Grupo Teatral La Vorágine tiene muy bien precisado las características que debe tener un espectáculo. Desde mi punto de vista, les envío un aplauso para ustedes.
En definitiva, una propuesta madura, del que tal vez se me escapan las connotaciones tucumanas que pudieran haber agregado sus autores, pero que nos habla de un teatro crecido y de un grupo de indudable solidez artística, capaz de ponderar a la festividad que recién comienza en una Mérida que cruza fronteras y que abre sus puertas para que las raíces se crucen y crezcan en el 9° Festival Independiente de Teatro Intimo, Encuentro Internacional “Raíces” ¡Arriba el telón del Teatrico!
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Un punto de vista
No amanece en Génova
Carlos Rojas

criticarojas@gmail.com


Yucatán, Mérida.- Tenía tiempo sin que un grupo teatral me atrapara, esto me sucedió durante el 9º Festival Independiente de Teatro Íntimo, hace poco descubrí a una agrupación teatral emergente llamada Trastos Teatro de España, bajo la dirección y dramaturgia del talentoso joven Raúl Cortés. Obra clave en estilo absurdo, Cortés transita hacia un teatro vanguardista-necrofílico, con influencias cinematográficas, rupturas temporales, monólogo interior, empleo de lo simbólico y de las acciones simultáneas.

A ello se unen su excelente sistema de diálogos, lo poético de su lenguaje y esa maestría para solapar pasado lejano, pasado reciente y presente, y sobre todo, el talento para plasmar personajes intensos, de profundas contradicciones humanas. Esas criaturas atormentadas por el peso de la culpa de sus acciones anteriores que ora exorcizan, ora parecen como quimeras de las que no pueden escapar.

Un rey y sus súbditos se hayan encerrados en la casa, ahí han acumulado terror, sangre, decadencia. Terribles anhelos pero también odio, frustraciones, envidia, egoísmos e insólitas crueldades. Esto ocurre en lo personal; el tiempo ha transcurrido y ahora dibujados ven reflejados en los espejos que los rodea la monstruosidad de las acciones cometidas. El dramaturgo añade un contexto signado por la presencia española que se ha enseñoreado sobre los principios identitarios del franquismo. Tanto Once tiros, el Poeta y la Infausta, como el fantasmal rey son asediados de nuevo por el terror, lo cual acelera la decisión de los personajes al final de la pieza. La elección del final de la pieza.

La incorporación al texto principal de la plástica de Goya ha sido realizada con sumo cuidado e inteligente sensibilidad, la belleza de este relato literario se imbrica a la dramaturgia, de modo tal que parece brotar de la misma historia. Indudablemente la dramaturgia espectacular creada al efecto encierra una coherencia y una fluidez que secunda a la riqueza ideotemática del montaje.

La composición de la puesta está efectuada con refinamiento conceptual y estilístico. Se destacan las actrices y actores, el trazado del movimiento, la riqueza visual del entramado de acciones principales, secundarias y los más viciosos detalles. En especialmente significativa la relación de los personajes con los objetos escénicos.



La plasticidad no rebuscada sino auténtica que el director Raúl Cortés supo lograr mediante las atmósferas de claroscuros, de pocas tonalidades y sombras, la paleta del vestuario y de la escenografía, permite el tránsito de una instalación o época a otros. De un clima psicológico bien determinado se mueve a tono diferente de acuerdo con las intensas situaciones emocionales planteadas por el autor. Para eso se apoya en el imperceptible diseño de luces. Es un verdadero acierto rodearse de colaboradores de primera línea, algo que no ocurre a menudo.

El lenguaje luminoso colabora en la riqueza dramática del montaje con suma eficacia, al igual que la escenografía y el vestuario. En una gama de sutiles y tenues colores. Por otra la banda sonora imprime un entorno musical justo, sin excesos, y permite aún más disfrutar de los valiosos diálogos. El director dota el entramado de precisión, sensibilidad y de contrastes dinámicos diversos, signados por la casi imperceptible gradación.

Encarar estos entes psicológicos exige no sólo talento suficiente para el drama, sino también recursos histrionismo al decir, al llenar de significados y hasta los silencios notables, que existen en el discurso verbal; así como los variables estados de ánimo, transmisiones y sobre todo, los retrocesos y avances frecuentes en la acción dramática.

Los actores se ven obligados a sumir interpretaciones muy definidas, nada maniqueas, plenas de contradicciones emocionales dentro un conflicto que les permite interrelacionarse en dúos o tríos pero además los hace enfrentar monólogos definitorios para la plasmación de sus personajes.

La magistral actuación a cargo de Susana Vergara, joven actriz española, logra aquí la difícil dualidad de lo etéreo, la materialización de un rol que surge desde las ignotas regiones de la soledad y se hace viva en el recuerdo de los otros. La intérprete deslinda desde la inteligencia y la fuerza interior sus apariciones, en una más terrorífica, en otra más corpórea.

En tanto Salva Atienza como el rey, pasional e indefenso en apariencia, en buena labor, brega, como abeja en su colmena, sus acciones de una deslumbrante minuciosidad artística, coloreadas por la intensidad del mundo interior que nos revela. Lacónicos gestos, palabras a media voz, susurros entrecortados y grandes explosiones verbales coronan y dan sentido a su sostenida labor.


La Infausta a cargo de Narea Vega, de rasgos penosos, por sí mismo dotada de profunda humanidad, muestra matices encontrados, emplea con maestría los subtextos, la intencionalidad de sus diálogos. La tragicidad con que aborda su personaje, la coloca en una joven actriz versátil de estos tiempos, dibuja de manera depurada las transiciones, los exabruptos y los terribles y a la vez dolorosos sufrimientos de su existencia.

Un formidable texto unido a una depurada y exigente dirección que consiguió además cuatro actuaciones muy valiosas hace de No amanece en Génova una puesta en escena para recordar durante el 9º Festival Independiente de Teatro Íntimo que llega a su final este 27 de marzo del 2011.
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Un punto de vista
Libertados
Carlos Rojas

criticarojas@gmail.com

Especial para el FITI

Mérida, Yucatán.- Debo confesar que la primera vez que vi “De Libertadores a Libertados” de la dramaturga venezolana Genny Pérez bajo la producción de Pandilla Teatro, me pareció estar en frente de una gran intentona por sacarle el máximo partido a eso que solemos llamar lenguaje teatral. Luego, volví a verla, dándome cuenta de que no había porque alarmarme; lo que sí se observa, es un cuidado fuera de lo común, en la dosificación del <<tempo>>, la ordenación de las diferentes situaciones y el encadenamiento de las escenas. Asimismo, sino por primera vez cuando menos con la pulcra soltura que le brinda sus dos actores Reinaldo Rivas y Aníbal Figueroa, al saber porque lo están haciendo rompe a menudo la acción para relacionarse con los espectadores circunstanciales, así como para hacernos cómplices o testigos, a nosotros espectadores, según cuáles sean sus conveniencias de turno. Con ello, un modo de identificación teatro-realidad que nos rodea, consigue identificarnos más estrechamente con la acción y sus consecuencias: la historia. Pero de lo que en ningún momento abdica, es de su constante más característica, esa incontrolada pasión por el sketch más logrado de su obra. Fiel a este planteamiento de siempre, “De Libertadores a Libertados”, es un continuo rosario de <<rasguños>>, de apuntes históricos-teatrales con vida propia. La dramaturgia se plantea el problema de la voluntad y de la fuerza de voluntad, nociones filosóficamente molestas y desconcertantes:<<fuerza de voluntad es trata de no hacer algo que realmente queremos hacer>>.

La agrupación Pandilla Teatro ha realizado con el montaje que nos ocupa una pieza que es, en muchos aspectos, insólita en teatro venezolano. Un teatro puede ser definido de muchas maneras, y una de ellas es la de ser un teatro corpulento. Pues teatro corpulento es aquel en el que no cabe la sugerencia, la elipsis o la metáfora, donde nadie confía en el poder de la imagen y, por lo tanto, todo se basa en la palabra, donde sólo se fabrica prosa y se huye de la creación de poesía. Pandilla Teatro ha realizado una propuesta poética, sugerente, bella. Una obra, por tanto, insólita en el teatro venezolano.

Confiando en el poder de la imagen, nos muestra momentos de la realidad, sabiendo que dicho poder, por ósmosis, nos iluminará las elipsis narrativas, configurándose en plenitud todo un mundo, unas personas, unas situaciones, una historia.

Una historia cercana y lejana a la vez, que se nos ofrece como telón de fondo de dos personajes marcados por la terrible realidad que les ha tocado vivir: un profesor apasionado con Miranda y Bolívar, la nula posibilidad de comunicación en estos años, la enajenación que el querer vivir produce.
El punto de partida es una situación límite, la imposibilidad de construir una vida en común que tiene los dos protagonistas. Un profesor de historia venezolana, Francisco Pérez Caraballo (Rivas), y, un joven marginal llamado Simón (Figueroa), que huye de la justicia.

El tema, como se ve, podría tener mucho de coyuntural, pero el director ha sido enormemente inteligente al no utilizarlo como supremo argumento político, hasta el extremo de pasarlo a un discreto segundo plano.

Por delante está la vida que Simón pretende construir y la imposibilidad de hacerlo en la actual sociedad en la que se vive. La soledad, la miseria, la violencia, el terror, la arbitrariedad en la que vivimos, es el supremo argumento de la obra de Pérez.

Y en ellos radica el principal mérito del montaje. La visión que se nos da de un siglo XXI atroz, delineados perfectamente con leves pinceladas: el arma del joven Simón. La dirección no enfatiza nada, no se deja llevar por los lógicos y naturales impulsos de querer hace una denuncia feroz y directa. Se contiene cuidadosamente y nos muestra el sencillo mundo del joven y lo que lo rodea, consiguiendo en definitiva que el resultado final sea mucho más demoledor, crítico y profundo de lo que podría haber conseguido cualquier otro camino.

En definitiva, “De Libertadores a Libertados” no es una pieza desalentadora. Su sentido de la sobriedad en muchos momentos del relato, su búsqueda de los rostros, su economía de medios, conviene adecuadamente con una realidad histórica que ha quedado reflejada fielmente en la obra. Las mejores cualidades, las más permanentes, de la puesta quizás haya que buscarlas en esas imágenes de las gentes del barrio que viven y sufren cono singular exactitud el drama sus propias hostilidades.
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PRENSA



http://www.conaculta.gob.mx/estados/sala_prensa_detalle.php?id=11920&sec=estados
http://ventiladorcultural.com/2011/03/14/presentan-el-ix-festival-independiente-de-teatro-intimo/
http://www.artistics.com.mx/1756-1-20+al+27+de+marzo+2011+Noveno+Festival+Independiente+de+Teatro+Intimo+Encuentro+Internacional+Raices+2011.html
http://www.sipse.com/noticias/93304-yucatan-sede-encuentro-internacional-teatro.html
http://www.puntomedio.com.mx/noticias/encuentro-internacional-raices-2011-25103/
http://www.noticiasmerida.org/2011/03/icy-invita-al-noveno-festival.html
http://www.gruporivas.com.mx/noticias/?p=24585
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=33&idTitulo=77201
http://www.culturayucatan.com/supernews/news.php?subaction=showfull&id=1300203636&archive=&start_from=&ucat=&
http://www.notisureste.com.mx/noticias/yucatan_3/noveno-festival-independiente-teatro-intimo-encuentro-internacional-raices-_21041
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http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=1&idTitulo=80056